Investigadores:
A principios de los años 1900, los hombres y las mujeres se conocían mediante “visitas”. Si un hombre estaba interesado en una mujer, “visitaba” su casa. Se presentaba con sus padres pero no con la mujer. Entonces los padres, si lo aprobaban, comunicaban su nombre a la mujer y ella decidía si deseaba o no conocer al visitante.
Una mujer podía recibir “visitas” de varios hombres, ya que la “visita” no era una relación formal y normalmente suponía conversar con el hombre en la casa de la mujer y bajo supervisión. Si una mujer se negaba repetidamente a conocer al “visitante”, el hombre entendía que debía dejar de visitarla. Si una mujer decidía aceptar únicamente a un “visitante”, la relación había pasado a otro nivel.
La pareja seguiría encontrándose en casa bajo supervisión, pero se consideraría que ambos se “acompañaban”. Como en principio una mujer debía estar “acompañada” de un solo hombre, se consideraba que la relación era más formal, más seria y que avanzaba hacia el matrimonio.